Salsa de tomate casera: la receta que está conquistando
La salsa de tomate casera se ha convertido en una auténtica tendencia en los últimos años. La razón principal es que cada vez buscamos alternativas más naturales, sin conservantes ni azúcares añadidos, y esta receta cumple con todo ello.
Además, preparar salsa de tomate casera no requiere grandes complicaciones, pero sí aporta un sabor incomparable que difícilmente se logra con las versiones industriales.
Otro motivo de su popularidad es su versatilidad. Esta salsa puede acompañar desde una simple pasta hasta platos más elaborados como guisos, carnes o incluso pizzas. Con ella, cualquier comida gana un toque especial y mucho más auténtico. Por ello, no es de extrañar que miles de personas estén compartiendo sus versiones en redes sociales, convirtiéndola en un fenómeno viral.
Además, la salsa de tomate casera destaca porque cada familia puede darle su toque personal. Algunos añaden hierbas frescas, otros un punto de vino, y otros prefieren una textura más rústica. Esa libertad creativa es, sin duda, otra de las claves de su éxito.
Por otro lado, en un momento en el que la cocina casera está recuperando protagonismo, esta receta se ha convertido en símbolo de tradición y cuidado por lo que comemos. Prepararla en casa no solo es más saludable, sino también más económico.
Finalmente, no debemos olvidar que la salsa de tomate casera es un recurso práctico: se puede preparar en cantidad y conservar para tener siempre lista una base deliciosa que realza cualquier plato. Esa combinación de sabor, salud y practicidad es lo que la ha hecho tan viral y querida en todo el mundo.
Ingredientes para la receta de salsa de tomate casera
- 1,5 kg de tomates maduros
- 1 cebolla mediana
- 2 dientes de ajo
- 1 zanahoria (opcional, para reducir acidez)
- 4 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
- 1 hoja de laurel
- 1 pizca de azúcar (opcional)
- Sal y pimienta al gusto
- Hierbas frescas (albahaca, orégano o tomillo, según preferencia)
Tiempo de preparación
- Preparación: 15 minutos
- Cocinado: 45 minutos
- Total: 60 minutos
Preparación de la salsa de tomate casera paso a paso
Primero, lava bien los tomates y hazles un pequeño corte en cruz en la base. Después, escáldalos en agua hirviendo durante un par de minutos para pelarlos con facilidad.
A continuación, pela y pica la cebolla, los ajos y la zanahoria. En una olla grande, añade el aceite de oliva y sofríe a fuego medio hasta que estén dorados y fragantes.
Luego, incorpora los tomates pelados y troceados junto con el laurel. Cocina a fuego bajo durante unos 30 minutos, removiendo de vez en cuando para evitar que se pegue.
Pasado el tiempo, retira la hoja de laurel y tritura la salsa con batidora de mano hasta obtener la textura deseada. Si prefieres una salsa de tomate casera más rústica, puedes dejar algunos trozos enteros.
Finalmente, rectifica de sal, pimienta y, si es necesario, añade una pizca de azúcar para equilibrar la acidez. Incorpora las hierbas frescas y cocina 10 minutos más antes de apagar el fuego.
Consejos para que la salsa de tomate casera quede perfecta
Usa tomates maduros: cuanto más rojos y jugosos, mejor será el sabor.
Sofríe bien la base: cebolla, ajo y zanahoria deben cocinarse lentamente para liberar todo su dulzor.
Cuece a fuego lento: así los sabores se concentran y la salsa de tomate casera gana cuerpo.
Añade hierbas al final: conservarás mejor su aroma fresco.
Con qué acompañar la salsa de tomate casera
La salsa de tomate casera es ideal para pasta, arroz, carnes, pescados, pizzas y verduras.
También puedes usarla como base para preparar salsas más elaboradas como boloñesa o napolitana.
Cómo conservar la salsa de tomate casera
En nevera: hasta 5 días en un frasco hermético.
Congelada: hasta 3 meses, en recipientes individuales para usar solo la cantidad necesaria.
Al vacío: si quieres conservarla más tiempo, esteriliza los botes y guárdalos en lugar fresco.
Variantes de la receta
Con vino tinto: para un toque más profundo y sofisticado.
Picante: añadiendo guindilla o chile al sofrito.
Con pimientos: para un sabor más dulce y una textura más cremosa.
Rústica: sin triturar, dejando trozos visibles de tomate y verduras.